frente a la recamara estaba la mirada de ella,
una mirada miel, caliente y dulce,
se hacia tarde y la lluvia no cedia la batalla,
humeda y desnuda no hallaba consuelo,
sus caricias atraian su atencion,
despacio se entregaba a ella misma,
despacio se dejaba llevar por ella misma,
un espejo reflejaba la luz de la calle,
una farola tenue y fria como la noche entre sus sabanas,
cerraba los ojos para recordar,
abria los ojos para sentir profundamente,
sus dedos dibujaban circulos infinitos,
sus gestos su placer,
no hay prisa en la caricia,
no se hartaba de ella,
la otra mano entraba y salia,
le gustaba y lo disfrutaba...
c. althieri
No hay comentarios.:
Publicar un comentario